Los integrantes de la comunidad LGBTQ enfrentan conflictos similares a los de otros grupos humanos. Sin embargo, difieren de ellos por la peculiaridad y gravedad de algunos problemas atípicos: aquellos que son ajenos a quienes la sociedad considera vagamente como "normales". Estos "problemas atípicos" - de no ser resueltos por los miembros de la comunidad LGBTQ - les traen desdicha y disfunción en sus vidas.


Respecto a esos "problemas atípicos", la tarea de los miembros de la comunidad LGBTQ es simultáneamente simple y compleja.

La simplicidad consiste en que cada individuo debe entender y mejorar su realidad "atípica". Es importante no temer a la diferencia; ni tampoco creer que ésta lo hace peor ni mejor que nadie.

La complejidad consiste en que cada integrante de la comunidad LGBT tiene un problema único y personal que resolver; pero sin olvidar que debe ser parte funcional en el devenir social general de la sociedad donde vive.


"Si presta atención cuidadosa a su entorno, percibirá que aceptar su propia diferencia realmente significa estar a tono con la diversidad de éste. Si desea conscientemente identificarse con ese entorno, contribuya al mejoramiento de éste por medio del suyo propio."
Oliverio Funes Leal

" SI LA NATURALEZA PONE UNA CARGA EN UN HOMBRE HACIÉNDOLO DIFERENTE, TAMBIÉN LE DA UN PODER CON ELLO ”

John Fire Lame Deer líder espiritual Sioux de la Tribu Lakota



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¿Estamos programados para la desdicha? #1

1.- LAS TENDENCIAS NEGATIVAS DEL CEREBRO.

Si ha tenido mil experiencias positivas con perros, pero una vez uno lo atacó y mordió, puede haber desarrollado un miedo hacia ellos que persistió durante años. La única experiencia mala triunfó sobre las mil buenas. Si estuvo en una fiesta la noche pasada, y diez personas fueron cálidas y amistosas con usted, pero una fue grosera e insultante, usted puede haber regresado a casa sintiéndose enojado y herido sobre esa experiencia hostil, mientras que las interacciones cálidas se esfumaron. Cuándo recuerda un día típico, o inspecciona su vida, ¿qué experiencias captan su atención? ¿Sus éxitos y los tiempos agradables, o los fracasos, las heridas y las desilusiones?

Si ha notado que usted está inclinado a centrarse en lo negativo, está en compañía de muchos. Nuevas investigaciones en neurociencia muestran que todos estamos bobinados a registrar y recordar los acontecimientos negativos más rápidamente, y más profundamente, que los positivos. Aquí va, brevemente, cómo trabaja esto:

Hay realmente dos clases diferentes de memoria. La primera clase: memoria “explícita”, que se refiere a su capacidad de acordarse de cosas específicas, como los nombres de sus amigos, o donde aparcó el coche. La segunda clase: memoria “implícita” o “emocional”, es menos específica. Es visceral y poderosa, y arraigada en las antiguas estructuras, reptiles y mamíferas tempranas, del cerebro. Crea la atmósfera interior de su mente, su percibido sentido de quien es usted y como siente el vivir; así como sus suposiciones y esperanzas más profundas acerca del mundo.

Una de las estructuras más antiguas del cerebro, la amígdala, es el centro de comando responsable de asignar un tono de sentimiento a los estímulos que fluyen por el cerebro, y para dirigir una respuesta (enfocar, evitar, proseguir). Está preparada neurológicamente para marcar experiencias cuando asustan y amenazan. Una vez que ha señalado un acontecimiento como algo negativo, inmediatamente lo almacena y lo compara al registro de experiencias dolorosas viejas, y si encuentra similitudes, señala alarma. Pero mientras la memoria implícita registra y responde a los acontecimientos negativos casi instantáneamente, aún para comenzar a registrar experiencias positivas le toma de cinco a veinte segundos.

La razón de que seamos así es fácil de comprender. El cerebro no es un órgano para estudiar objetivamente la realidad. Es un instrumento que evolucionó para anticipar y vencer peligros, protegernos del dolor, y resolver problemas: así que peligros, dolor, y problemas son lo que captan su atención. El neuropsicólogo Rick Hanson (www.rickhanson.net) se refiere a esto como “las tendencias negativas del cerebro.” El sistema nervioso humano, él escribe “escanea para, reacciona a, guarda, y recuerda información negativa sobre uno mismo y sobre el mundo de uno. El cerebro es como Velcro para experiencias negativas y Teflón para las positivas. El resultado natural es un creciente, e injusto, residuo de dolor emocional, pesimismo, e inhibición entorpecedora en la memoria implícita.”

¿Significa esto que todos estamos condenados ciertamente a la desdicha? Eso es demasiado pesimista, pero pienso que esta evidencia sugiere que nos es más fácil, a la mayor parte nosotros, tener acceso y mantener a la agitación, la ira y el temor que a la paz, la felicidad, y la satisfacción, y que una vida verdaderamente feliz no sucede sin un esfuerzo deliberado. Hay dos conclusiones en la neurociencia que sugieren que podemos ser optimistas acerca de cambiar nuestro “cociente de felicidad.” La primera es el principio de la neuroplasticidad, que se refiere al hecho de que, a través de nuestras vidas, la manera que utilizamos el cerebro altera realmente su estructura física. La segunda es el descubrimiento que las regiones más altas del cerebro pueden modificar la manera que las regiones más bajas funcionan. Muchas líneas de investigación muestran que cuando utilizamos nuestra intención y atención de maneras sostenidas y enfocadas, podemos hacer mucho en vencer la tendencia negativa de cerebro.

Lo que esto significa en la práctica es que si somos serios acerca de esforzarnos por la felicidad, necesitamos una intención sostenida para tomar las acciones necesarias para producirla, y también tenemos que dedicar atención regular a los acontecimientos positivos en nuestras vidas. Las emociones positivas promueven energía y vigor, contrarrestan la depresión y la ansiedad, aumentan fortaleza en general, y fomentan conexiones más profundas con otros. Pero ellas sólo tienen estos efectos beneficiosos si se registran en la memoria implícita, y ellas no pueden hacer eso si nosotros no las advertimos y no les damos nuestra atención completa. Así, por ejemplo, si estoy teniendo un almuerzo delicioso en el patio soleado de un restaurante, pero mi mente está ocupada con maquinaciones oscuras del pasado y miedos sobre el futuro, la experiencia positiva simplemente no se registra en la memoria implícita. En cuanto a sus efectos en mi atmósfera emocional interior se refiere, es como si nunca sucedió.

La moraleja de la historia es que si deseamos vidas más felices, no podemos permitir solamente que nuestras mentes hagan cualquier cosa que están acostumbradas a hacer. Debemos practicar, regularmente, alguna clase de disciplina mental y emocional para contrarrestar las tendencias negativas del cerebro. El Dr. Hanson enseña una práctica diaria de concentración, en cuatro pasos, que le facilita al cerebro registrar experiencias positivas, de modo que ellas penetren las capas más profundas de la mente para alterar la memoria implícita. Esa práctica es explicada en el próximo artículo.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
Website: tommoon.net

¿De qué lado estás?

“¿Estoy de mi propio lado?” A veces aliento a los clientes que luchan con sus “asuntos de amor propio” a que se pregunten a sí mismos esta pregunta sencilla pero poderosa. Por estar uno de su lado no significo estar uno en contra de los demás. Estoy hablando de tener un sentido básico de lealtad al bienestar propio, y que se expresa como un compromiso consistente para protegerse uno de lo que perjudica, y hacer todo lo que está en nuestro poder para crecer.

Muchos de nosotros no estamos consistentemente de nuestro lado en áreas importantes de nuestras vidas; de hecho somos realmente nuestros peores enemigos. Uno de los efectos de crecer en una sociedad competitiva e individualista, como la nuestra, es que casi todos en nuestra cultura parecemos tener un “crítico interior” que evalúa sin descanso nuestro desempeño en las tareas de la vida, y que consistentemente lo encuentra deficiente. Quizás, las personas gay son especialmente vulnerables a ser autocríticas, y a que sintamos que no estamos a la medida correcta de las cosas; porque la mayor parte de nosotros recibimos, desde edad muy temprana, mensajes poderosos del entorno diciendo que éramos diferentes, malos, incorrectos, menos que, decepcionantes de nuestros padres, etc.

La mente humana tiene una capacidad asombrosa para volverse contra sí misma. Cuando hacemos esto, perdemos motivación para vencer nuestros propios sufrimientos, o protegernos del abuso a manos de otros. Podemos sentirnos que no merecemos la pena como para intentar encontrar nuestros objetivos y lograr nuestros sueños. Pero si estar en contra de uno mismo es una conducta aprendida, también debe ser posible aprender a estar uno del lado propio. Hay, de hecho, unos pocos ejercicios sencillos que pueden ser muy útiles para crearse el hábito de ser leal a uno mismo.

El primer ejercicio es simplemente verificarse uno mismo, varias veces a través del día, preguntando, “¿Estoy de mi lado en este momento?” El propósito es llegar a estar más consciente de esas situaciones en las que uno no es leal al propio bienestar. Pudiera descubrir, por ejemplo, que está más inclinado a volverse contra sí mismo cuando se encuentra dolorido emocionalmente. Muchas personas se culpan a sí mismas cuando están tristes, deprimidas, o temerosas; como si el mismo hecho de que sufrieran fuese prueba de que han realizado algo malo. O puede descubrir que se vuelve contra sí mismo cuando otras personas lo presionan para hacer algo que no quiere hacer. Muchos de nosotros estamos condicionados a considerar el complacer a otros como algo más importante que cuidarnos a nosotros mismos.

Cuando descubra que no está de su lado, el próximo paso es dejar lo que está haciendo y tomar tres, o más, alientos profundos y lentos. Es posible que quiera recitar, en silencio, una afirmación positiva en ese momento. La favorita mía es “Ámate y acéptate tal y como eres ahora.” Quizás sea también útil traer a la mente la imagen de alguien que lo ama, e imaginarse que se ve a sí mismo a través de los ojos de esa persona. Pregúntese cómo esa persona desearía que usted se sintiese hacia usted mismo en este momento. Otra práctica es recordar al niño que fue una vez. Véase hoy como ese niño inocente e impotente, e interiormente ofrézcase el mismo amor paternal y la protección que cada niño se merece. Para ayudar a evocar esta compasión protectora hacia usted mismo, puede llevar consigo una fotografía de cuando era niño, y mírela cuando esté inclinado a tratarse duramente.

Cuándo consiga evocar sentimientos amorosos hacia sí mismo, póngale atención especial en que parte del cuerpo los siente. Advierta donde siente las sensaciones de calor, relajamiento, y bienestar. Cuando usted aspire, imagínese que su conocimiento está siendo llevado por el aliento al centro de estas sensaciones positivas. Deles su atención plena, y permítales que se expandan y profundicen tanto como ellas desean.

Si está en una situación donde está confundido acerca de qué hacer, utilice el método “finja hasta que lo haga”. Pregúntese “¿Qué haría en esta situación si fuera realmente una persona que me amo a sí misma, que siempre actúo en mi mejor interés?” Si consigue una respuesta clara, siga su propio consejo, incluso si la conducta no se siente familiar o extraña.

Si su mente le dice que es auto-indulgente o egoísta por hacer estos ejercicios, vea esta mente dura y juzgadora por lo que es, y entonces ofrézcale la misma compasión amorosa que le ha ofrecido al resto de usted mismo. Quizás pudiera recordar también estas palabras, atribuidas al Buda, “Puede buscar en todo el reino de la existencia, y nunca encontrará a un ser más digno de su amor y bondad que usted mismo.”

El auto-odio, como toda experiencia, está mediado por sendas neurales creadas por experiencias pasadas. Cada vez que inclina deliberadamente su mente hacia la autoestima positiva, está literalmente, si lentamente, creando nuevas sendas y alterando la estructura de su cerebro. El proceso es lento, como si estuviera llenando un cubo con agua gota a gota. Pero con paciencia y práctica consistente, su cubo se llenará finalmente; y descubrirá que estar de su lado llega a convertirse en un hábito mental tan consistente, que comienza a sentirlo como algo propio.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
Website: tommoon.net

Tres ideas malas (el Universo es más grande)

La mayor parte de nosotros creemos que el dolor en nuestras vidas es causado por los acontecimientos malos en ellas: nuestros fracasos, las pérdidas, las traiciones y las desilusiones. Pero una revelación fundamental de la terapia cognoscitiva es que, a un grado sorprendente, nuestro sufrimiento es el resultado no de acontecimientos en sí mismos, sino de nuestras ideas acerca de esos acontecimientos. Hace más de cincuenta años, el Dr. Albert Ellis, uno de los fundadores de la terapia cognoscitiva, identificó tres creencias centrales que él creyó estaban detrás de la mayor parte de los sufrimientos innecesarios que vio en su oficina de psicoterapia. Estas creencias son:

  1. "Absolutamente, debo ser completamente competente, adecuado, realizado y adorado siempre; y si no, soy un incompetente, una persona sin valor." La realidad de que todos somos imperfectos y falibles, de que fallamos inevitablemente y cometemos errores, es demasiado amenazante de conceder por el perfeccionista. La persona atrapada en esta creencia teme que, si cualquiera de sus imperfecciones es notada, será expuesta como alguien sin valor e indigna de ser amada. Un corolario, al objetivo poco realista del perfeccionista, es la idea de que debemos tener control completo y perfecto sobre todo lo que sucede en nuestras vidas; en vez de reconocer que el mundo está lleno de accidentes y sorpresas, y que podemos todavía disfrutar de la vida a pesar de su imprevisibilidad. Las creencias del perfeccionista llevan inevitablemente a sentimientos de ansiedad, de pánico, de depresión, de desesperación, y de inutilidad. Algunas personas tratan de “especializarse” en un área de perfección para reducir el número de áreas de la vida que ellos tienen que dominar, con la esperanza de que si tienen una clase específica de perfección, todas las cosas buenas en la vida vendrán. Un ejemplo común de esto, entre algunos hombres gais, es la persecución implacable del cuerpo absolutamente perfecto y tonificado en el gimnasio; un objetivo basado en la creencia de que si soy un coño bien sabroso, también seré adorado completamente. Desafortunadamente, atracción sexual y amor son cosas diferentes, y ser objetivo de lujuria no garantiza de manera alguna que seamos respetados ni adorados. La persecución de un cuerpo perfecto es una de los fundamentos más poco fiables para lograr amor propio. Aún el cuerpo más perfecto solamente puede mantenerse así por un rato, porque todos los cuerpos se enferman, envejecen, y mueren.
  2. "Las personas significativas en mi vida, siempre deben tratarme absolutamente de manera bondadosa y justa, de otro modo no las puedo tolerar; y son personas malas, podridas y diabólicas que deben ser culpadas y condenadas severamente, y castigadas vengativamente por su tratamiento horrible hacia mí." Esta idea lleva a una dependencia desmesurada, y a un foco pasivo centrado en ser adorado por personas significativas por casi todo lo que uno hace; en vez de concentrarnos en vivir de acuerdo a nuestros propios valores, ganar auto respeto, ser reconocidos por logros verdaderos, y amar en vez de ser amados. Cuando creemos que debemos tener amor incondicional de parte de otros, en vez de aceptar eso, no importa lo que hagamos, algunas personas nos querrán imperfectamente y otras no nos querrán en lo absoluto, somos blancos fáciles para la fantasía de la industria cinematográfica (¡tan popular entre tantas mujeres y hombres gais!) de que todos tenemos un “alma gemela” por ahí, y que cuando lo encontremos, a él o a ella, tendremos todo lo que necesitemos para vivir felizmente por siempre jamás. Paradójicamente, como la demanda de que todos nos adoren incondicionalmente no puede ser cumplida, esto inevitablemente resulta en sentimientos de ira, de rabia, de furia, y de revanchismo que conducen a acciones como peleas, enemistades, guerras y genocidios.
  3. "Las cosas, y las condiciones, deben ser absolutamente como yo quiero que sean, y nunca deben ser demasiado difíciles ni frustrantes. De otro modo, la vida es atroz, terrible, horrible, catastrófica e intolerable". Un corolario a esta creencia es la idea de que si algo es, o puede ser peligroso o terrible, debemos estar terriblemente trastornados e indefinidamente obsesionados sobre ello; en lugar de entender que estaremos mejor si lo encaramos y lo rendimos en algo no peligroso; o, cuando eso no es posible, aceptamos lo que no podemos cambiar. Otra idea, relacionada a esta creencia, es que evitar es más fácil que encarar las dificultades y las responsabilidades de la vida; en vez de comprender que la llamada manera fácil, la evasión, es generalmente mucho más dura a largo plazo. Una creencia más, muy comúnmente relacionada a esta manera de pensar, es que necesitamos absolutamente a alguien, o a algo, más fuerte o superior que nosotros mismos en que confiar: un líder o gurú que todo lo sabe, o algún “secreto” mágico que despejará todas las frustraciones de la vida. Creer que las cosas siempre deben ir a mi manera lleva a la superstición y al pensamiento mágico; a la baja tolerancia de la frustración, a la autocompasión, a la ira, a la depresión; y a conductas tales como la dilación, la evitación y a la inacción.

Estas tres ideas: debo ser perfecto; debo ser querido siempre; las cosas deben ir siempre a mi manera, son recetas para mantenernos frustrados, infelices, decepcionados, e inmaduros, porque son creencias infantiles. Pero admitámoslo, la mayoría de nosotros no estamos reconciliados con nuestra adultez en un cien por ciento. Sin embargo, en la medida que mantengamos estas creencias nos colocamos en contienda con la vida, y cuando estamos en contienda con la vida siempre perdemos; porque, como un amigo me dijo hace mucho tiempo cuando éramos realmente niños, “Estoy yo, y está el Universo. Y el Universo es más grande.”

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
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El perdón no es reconciliación

PREGUNTA: Tuve una separación horrible con mi novio hace unos pocos años atrás. Cayó en el consumo de metanfetamina de cristal y en el alcohol, y de repente me convertí en el enemigo. Me asaltaba verbalmente cada día, y físicamente más de una vez. Me difamó con mis amigos, e incluso trató de que me despidieran de mi trabajo llamando a mi supervisor, y diciéndole mentiras acerca de mí. Tuve que conseguir una orden de refrenamiento para mantenerlo lejos de mí. Ahora está en recuperación y ha estado sobrio durante dos años. Me “dio satisfacciones”. Las cuales consistieron, en su mayor parte, en decirme que no pudo dejar de hacer lo que hizo debido a que era un adicto. Desea que salgamos juntos y seamos amigos; y dice que, como se ha disculpado, le debo el perdonarlo y permitirle de nuevo en mi vida. Lo he perdonado por lo que hizo, pero todavía no me fío de él tanto como el poder botarlo. No es violento ya, pero aparte de eso no parece haber cambiado mucho; y, de todos modos, no creo que sus problemas fueron causados sólo por las drogas. Dice que si no le permitiera ser mi amigo, entonces no lo he perdonado realmente en lo absoluto. No sé cómo contestar eso, sólo sé que no me fío de él. ¿Qué le puedo decir? 

RESPUESTA: Estoy impresionado que haya podido perdonar a su ex de todo ese abuso. Pero el perdón es muy diferente de la reconciliación, y quizás ayude el pensar un poco acerca de las diferencias.

El perdón significa abandonar el peso del resentimiento contra la persona que te hizo daño, y también de los placeres dudosos de la venganza y la retribución. Es mucho más fácil de hacerlo si la otra persona se disculpa, pero es todavía algo que puedes hacer por ti mismo, sin que la otra persona jamás tenga que saber lo que usted ha hecho.

El perdón significa dejar ir el pasado, pero la reconciliación es acerca de comprometerse a un futuro. Significa volver a cierto grado de simpatía, y para que eso suceda, la confianza tiene que ser restablecida. A diferencia del perdón, la reconciliación no puede suceder unilateralmente. Si le he hecho daño, el primer paso a la reconciliación requiere que acepte y reconozca mi maldad. Si niego responsabilidad por lo que hice, o niego que hiciera algún agravio, no podemos estar realmente reconciliados. Si actúo como si tus sentimientos no importan, o que no tienes ningún derecho de aparearme a tus estándares éticos, no podrás fiarte de que yo no te haré daño en el futuro.

Así que la verdadera reconciliación no puede estar basada solamente en el deseo por la armonía. Requiere un compromiso mutuo a estándares éticos compartidos. Hay cuatro principios éticos que son bases imprescindibles para una reconciliación significativa. Estos son:

  1. somos siempre responsables de nuestras acciones;
  2. tenemos la responsabilidad de ponernos en el lugar de la otra persona;
  3. la otra persona es siempre digna de nuestro respeto; y
  4. no hay excusa alguna para dañar a otros.

Desafortunadamente, el perdón sólo no es suficiente para hacer la reconciliación posible. Es sólo posible cuando ambos partidos en la disputa tienen la madurez, la integridad, la honradez, y el cuidado que son esenciales al proceso.

Comprender la diferencia entre el perdón y la reconciliación puede hacer más fácil ser generoso con el perdón cuando la reconciliación verdadera no es posible; y también nos ayuda a evitar la trampa del uso de la culpa para ser empujados en una reconciliación falsa, cuando la base para una amigabilidad no estaba allí. Hablé años atrás con una mujer que comprendió bien la diferencia entre el perdón y la reconciliación. Después de meses de maltrato y abuso en las manos de su novio, ella encontró finalmente el valor para separarse de él. Después de un proceso largo de curación emocional, me dijo, “mi corazón está abierto a él, pero la puerta principal está cerrada.”

Cuándo su ex clama que usted le “debe” perdón a él, habla desde un sentido injustificado de derecho. El perdón es un regalo. No puede ser debido. Ni es la amistad algo que podemos entregar en demanda. Es dada libremente o no es amistad. Sus “satisfacciones” no fueron una verdadera disculpa, sino hacer excusas. La descripción de su conducta sugiere que tiene poca capacidad de ponerse en tu lugar. Actualmente, probablemente carece de la madurez emocional necesaria para una verdadera reconciliación. Si no se fía de él, fíese en ese sentimiento. En cuanto a lo que le debe decir, lo mejor que puede hacer es no hacer compromisos con la verdad. Manteniendo presente su historia de violencia y abuso, escoja un lugar en el que se sienta seguro al hablar con él (es decir, en un lugar público, o por teléfono). Sea breve. No justifique, discuta o responda a provocaciones. Asegúrele que lo ha perdonado por su conducta pasada, pero dígale firmemente que, en su avance personal, escoge no reabrir su relación con él.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
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¿Cuándo es la ira abuso?

PREGUNTA: Vengo de una familia de italianos ruidosos de la clase obrera que dice lo que siente cuando sentimos algo. La familia de mi novio es de la clase media superior de Nueva Inglaterra, que nunca levanta su voz, dice nada “inadecuado”, o directamente expresa ira. Grito y alzo la voz cuando estoy enojado, y entonces me olvido de todo. Nunca me pongo violento ni nada así, pero mi novio me dice que lo asusto. Quiere que vaya a una clase para manejar mi ira, para dejar de ser “abusivo.” Yo no quiero acabar siendo completamente cortés y de buen gusto como su familia, y le digo que necesita parar de estar tan asustado de los sentimientos honestos. ¿Cuál de nosotros tiene la razón? 

RESPUESTA: Generalmente, cuándo las parejas no concuerdan, la solución no se encuentra determinando quién tiene la razón, o quién está equivocado, sino encontrando modos de estar juntos que funcione para ambas partes. Si su novio le tiene miedo, es un asunto importante a resolverse, quizás en una consejería de parejas; pero usted también tiene derecho a expresar libremente sus sentimientos sin tener que contenerlos, o sentirse coaccionado. Quizás ayude si ustedes exploran juntos el asunto de cuál es la diferencia entre ira y abuso.

Aunque a menudo tenga mala fama, la ira es algo que todos experimentamos. Es una respuesta natural y sana a una amenaza o injusticia percibidas. Cuándo las personas están enojadas, ellas actúan enojadas. A menudo hablan con voz levantada, con gestos entusiasmados, y con una cara roja, y nada de eso es intrínsecamente destructivo o abusivo, siempre que las expresiones estén intencionadas para comunicar ira y no para amenazar o intimidar. Es enteramente posible expresar ira con pasión, mientras manejamos nuestro genio y estamos conscientes y respetuosos de la otra persona.

El abuso es muy diferente. Mientras está asociado con la ira, su fuente verdadera es el deseo de controlar y el poder. Cuándo las personas son abusivas, raramente es porque “no pueden controlar su genio.” La mayoría de las personas que son abusivas con otras – sea que el abuso toma la forma de agresión física, emocional, o sexual (o todo lo de arriba) – no están “fuera de control” en lo absoluto. Típicamente, actúan deliberadamente y con el conocimiento completo de lo que están haciendo. Hacen lo que hacen porque piensan que están justificados en hacerlo. Pueden creer que su género, estatus, raza o sistema de creencia les permite más poder que la otra persona o grupo de personas. O pueden sentir tal falta de poder y control, en un nivel personal, que tratan de compensarlo intimidando a otros.

Las personas que son abusivas generalmente abusan sólo a personas en grupos específicos, como compañeros íntimos, niños, o personas de carreras, religiones u orientaciones sexuales diferentes. Escogen a personas que tienen menos poder o estatus, en la casa o en la sociedad; lo que a menudo significa que su conducta abusiva es tolerada, ignorada, o tiene consecuencias mínimas. Pueden estar verdaderamente enojados con estas personas, pero escogieron actuar sobre ello con tácticas abusivas; mientras “manejan” su ira con aquellas personas a quien ellos perciben como teniendo igual estatus o más grande, o cuando pudiera haber consecuencias graves a su conducta.

Aquí están unas pocas maneras de distinguir entre ira y abuso. La ira informa a otros acerca de nuestras propias necesidades y sentimientos por medio de declaraciones del “yo”: abuso es acerca de rebajar, acallar, intimidar, y amenazar a otros por medio de declaraciones del “tú”. La ira pide atención, responsabilidad, enmendación, y restitución: abuso busca venganza, castigo y humillación. Las personas enojadas poseen y expresan sus propios sentimientos: personas abusivas exportan su propio temor a otros. La ira procura señalar y resolver problemas: abuso es acerca de abrumar y ganar. La ira trata con el asunto presente: abuso es más a menudo el resultado de una acumulación de asuntos pasados y rabia colocada fuera de lugar. La ira es completamente coherente con el amor porque apunta a la comprensión y la conexión más profundas. Mueve hacia el otro. El abuso es motivado por temor y odio, y por los movimientos contra el otro. La ira es generalmente un estallido breve y termina en resolución: abuso surge de un fuego que arde de resentimiento, de amargura, y de revancha que nunca es satisfecha. La ira apropiada, sobre todo, es siempre no violenta, segura, y en control: abuso es amenazante, peligroso, y a veces violento.

Sugeriría que, después de considerar la descripción de arriba, se pregunte a sí mismo cuáles son sus intenciones cuando expresa ira. ¿Cuándo está enojado, es usted acerca de comunicar sentimientos y resolver asuntos, o es su intención verdadera conseguir lo que quiere intimidando y abusando? Si lo último es la verdad, aunque sea parte del tiempo, entonces el temor de su novio tiene alguna justificación. Él, en cambio, quizás se pregunte qué expresiones de la ira suya no lo asustarían. Si no hay ninguna, entonces por lo menos algunos de sus temores no pueden haber venido de una verdadera percepción de peligro, sino, como usted sugiere, de una respuesta fóbica al enojo en general. El también quizás se pregunte si su objeción a su ira es siempre verdaderamente auto protectora; o si es, a veces, una tentativa pasivo-agresiva de manipularlo y controlarlo a usted. Ningunas de estas posibilidades son una u otra alternativa. Las relaciones son complejas, y a menudo la verdad es ambas/y.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
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