Los integrantes de la comunidad LGBTQ enfrentan conflictos similares a los de otros grupos humanos. Sin embargo, difieren de ellos por la peculiaridad y gravedad de algunos problemas atípicos: aquellos que son ajenos a quienes la sociedad considera vagamente como "normales". Estos "problemas atípicos" - de no ser resueltos por los miembros de la comunidad LGBTQ - les traen desdicha y disfunción en sus vidas.


Respecto a esos "problemas atípicos", la tarea de los miembros de la comunidad LGBTQ es simultáneamente simple y compleja.

La simplicidad consiste en que cada individuo debe entender y mejorar su realidad "atípica". Es importante no temer a la diferencia; ni tampoco creer que ésta lo hace peor ni mejor que nadie.

La complejidad consiste en que cada integrante de la comunidad LGBT tiene un problema único y personal que resolver; pero sin olvidar que debe ser parte funcional en el devenir social general de la sociedad donde vive.


"Si presta atención cuidadosa a su entorno, percibirá que aceptar su propia diferencia realmente significa estar a tono con la diversidad de éste. Si desea conscientemente identificarse con ese entorno, contribuya al mejoramiento de éste por medio del suyo propio."
Oliverio Funes Leal

" SI LA NATURALEZA PONE UNA CARGA EN UN HOMBRE HACIÉNDOLO DIFERENTE, TAMBIÉN LE DA UN PODER CON ELLO ”

John Fire Lame Deer líder espiritual Sioux de la Tribu Lakota



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Cuestiones del espíritu II: Sexo y espíritu

Hace un tiempo atrás participé en un proyecto interesante con la Fundación SIDA de San Francisco. Cuando los participantes en su programa Vida Gay fueron encuestados acerca de los temas que querían fuesen abordados en los talleres, uno de los temas mencionados más frecuentemente fue "sexualidad y espiritualidad". Se me pidió que ayudara a facilitar cinco de estos talleres. Fue una experiencia fascinante y gratificante. Los hombres que participaron provenían de muchos orígenes y tradiciones. Hubo católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas y seguidores del movimiento New Age, así como agnósticos y ateos.

Ninguno de ellos llegó a los grupos preguntando "¿Dios me odia porque soy gay?" Los que habían venido de iglesias fundamentalistas habían superado hacía mucho tiempo y rechazado la homofobia cruda en estas tradiciones. Sin embargo, muchos dijeron que experimentaban una división entre su espiritualidad y su sexualidad. Cuando explorábamos estos sentimientos, comenzó a ser evidente que la cuestión más amplia era la forma en que la civilización occidental ha considerado tradicionalmente a la sexualidad.Todos éramos herederos de la filosofía de la Grecia clásica, en particular de Platón, que imaginó un mundo de espíritu fundamentalmente en contradicción con el mundo de la materia. En su opinión, el espíritu es real, eterno, perfecto e inmutable: la materia es irreal, imperfecta, y no permanente. De alguna manera, el cuerpo se ha convertido en la cárcel del espíritu, y el objetivo de la vida espiritual es liberar a éste de ese encierro. Para ello, por supuesto, tenemos que alejarnos de cualquier delicia sensual del cuerpo. Es por ello que este entendimiento de la espiritualidad siempre tiende hacia el ascetismo y el conflicto con la sexualidad.

Uno de los muchos problemas con el punto de vista platónico es que nos obliga a tratar a todo este mundo material, y a nuestra propia existencia corporal, como algún tipo de error colosal por parte de cualquier Poder que haya creado el mundo, y que nuestra tarea es corregir el error, una opinión que parece un poco arrogante. En cualquier caso, hoy en día, la mayoría de la gente inteligente no cree sostener estos tipos de puntos de vista. Pero estas ideas están profundamente arraigadas en nuestra cultura, son parte del aire que respiramos, y la mayoría de nosotros hemos sido afectados por ellas más de lo que nos damos cuenta. Así, para algunos en los grupos, la idea de que sus cuerpos y su sexualidad pudieran ser vehículos para expresar su espiritualidad, parecía una idea un poco extranjera, aunque sí muy atractiva.

Sin embargo, prácticamente todo el mundo fue capaz de describir experiencias en las que intuitivamente sabía que su sexualidad y su espiritualidad estaban en perfecta alineación, aunque no siempre se podía poner en palabras la manera en que se sabía esto.

Cuando exploramos la cuestión con mayor detalle, la frase que parecía aflorar con más frecuencia en la descripción de esa alineación era "un corazón abierto". Los hombres en los grupos sentían que su sexualidad expresaba su espíritu más plenamente cuando venía a través de un corazón abierto, cuando fluía de una especie de alegre, generosa apertura. Esto, a su juicio, era donde la vida espiritual y la vida sexual armonizaban la una con la otra. Es interesante que un objetivo tradicional de las prácticas espirituales ha sido siempre la de desarrollar las cualidades de corazón abierto, porque las cualidades que definen un corazón abierto fueron consideradas también como las cualidades que hacen una buena vida sexual. Algunas de las cualidades que los hombres mencionaron fueron la fe, no como una creencia en una doctrina particular, sino como una actitud de apertura a la vida; y cualidades interpersonales, tales como confianza, afecto, respeto, generosidad de espíritu, dulzura, bondad, y ser juguetón.

A primera vista, el enfoque sobre el corazón podría parecer una aprobación de la idea convencional de que las relaciones amorosas románticas y las relaciones "vainilla" de sexo son las "más espiritual" tipo de sexualidad, pero a pesar de que había algunos en los grupos que sostenían ese punto de vista, eran siempre una clara minoría. Los hombres gay parecen tener un respeto casi instintivo por las muchas variedades de la expresión sexual. En todos los grupos, participantes compartieron historias de experiencias sexuales de corazón abierto de todo tipo y en todos los contextos, con amantes, amigos y extraños. Lo que parecía importante no era cualquier tipo de situación sexual, sino las cualidades de apertura y presencia que ellas fueran capaces de traer a la experiencia. Mantener un corazón abierto es un reto inmenso para todos, porque incluso las vidas más afortunadas contienen pérdida, traición y decepción, y el corazón se cierra reflexivamente, y más o menos automáticamente, en respuesta al dolor en la vida.

Sin embargo, uno de los propósitos de cualquier espiritualidad que reafirme la vida es mantener el corazón abierto a través de las crisis y las decepciones que nos pasan a todos. Cuando se tiene éxito en esta tarea, entonces, lejos de ser hostil al sexo, la vida espiritual es el amigo de nuestra sexualidad, y alienta su pleno desarrollo. Agradezco a los hombres en estos talleres por ayudarme a entender esto.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
Website: tommoon.net