Los integrantes de la comunidad LGBTQ enfrentan conflictos similares a los de otros grupos humanos. Sin embargo, difieren de ellos por la peculiaridad y gravedad de algunos problemas atípicos: aquellos que son ajenos a quienes la sociedad considera vagamente como "normales". Estos "problemas atípicos" - de no ser resueltos por los miembros de la comunidad LGBTQ - les traen desdicha y disfunción en sus vidas.


Respecto a esos "problemas atípicos", la tarea de los miembros de la comunidad LGBTQ es simultáneamente simple y compleja.

La simplicidad consiste en que cada individuo debe entender y mejorar su realidad "atípica". Es importante no temer a la diferencia; ni tampoco creer que ésta lo hace peor ni mejor que nadie.

La complejidad consiste en que cada integrante de la comunidad LGBT tiene un problema único y personal que resolver; pero sin olvidar que debe ser parte funcional en el devenir social general de la sociedad donde vive.


"Si presta atención cuidadosa a su entorno, percibirá que aceptar su propia diferencia realmente significa estar a tono con la diversidad de éste. Si desea conscientemente identificarse con ese entorno, contribuya al mejoramiento de éste por medio del suyo propio."
Oliverio Funes Leal

" SI LA NATURALEZA PONE UNA CARGA EN UN HOMBRE HACIÉNDOLO DIFERENTE, TAMBIÉN LE DA UN PODER CON ELLO ”

John Fire Lame Deer líder espiritual Sioux de la Tribu Lakota



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Los fundamentos de la intimidad 2: La influencia del pasado

La última vez dije que la pregunta que oigo más frecuente de los hombres homosexuales es "¿Cómo puedo encontrar un novio?" Examiné tres valores fundamentales que son bases esenciales para tener capacidad de intimar: auto-conocimiento, auto-aceptación, e integridad. Esta semana me gustaría destacar un cuarto valor, reconciliarnos con el pasado. También revisar algunas de las cuestiones concretas que muchos hombres gay enfrentan en su desarrollo temprano que pueden crear obstáculos a la confianza y a la apertura que exige la intimidad. La mayoría de nosotros sentimos temprano en la vida que somos diferentes a los otros niños, y que no somos lo que estamos "supuestos" ser. Podemos ser más sensibles emocionalmente y menos agresivos que otros niños, disgustarnos los deportes rudos, o tener intereses "femenino". Aprendemos rápidamente, a través de la decepción de los padres, la presión para ajustarnos, y el desprecio y el ridículo, que ser diferentes es nuestro mal, algo sobre lo cual no debemos estar orgullosos.

El resultado puede ser una herida profunda en el núcleo de nuestro sentido de individualidad. A menudo, los antecedentes para sentirnos que no pertenecemos, que somos un error, una vergüenza, "menos que", defectuosos, y que se queda con nosotros hasta bien entrada la edad adulta, incluso después de que hemos salido del armario y "aceptado" quienes somos. La ironía dolorosa es que los que hacen más por enseñarnos que estamos equivocados son las personas que más queremos que nos amen, otros hombres. El primer hombre en la vida de un niño gay, su padre, a menudo advierte que su hijo es diferente cuando éste tiene de tres a cuatro años, y puede sentir, consciente o subliminalmente, que es gay.

Después de más de un cuarto de siglo de escuchar las historias de hombres gay, todavía estoy sorprendido por la brutalidad y la crueldad que tantos hombres infligen en sus hijos homosexuales para tratar de cambiarlos o castigarlos por ser diferentes. Pero más a menudo, el rechazo es sutil, y tal vez nunca sea conscientemente entendido tanto por el padre como por el hijo. Miradas decepcionadas, retraimiento emocional, y preferencia por los hermanos heterosexuales son algunas de las maneras que los padres transmiten, a sus hijos gay, que no sienten el respeto y el amor por ellos que todos los niños necesitan de sus padres. Los estrechos lazos que los homosexuales varones suelen tener con sus madres son, en parte, una respuesta al rechazo paterno. También ocurre porque las madres a veces sienten una afinidad emocional con sus hijos gays. Ella puede sentir que él "le da" más que los otros hombres. Pero esta cercanía puede alienar aún más al padre, tanto por despertar sus celos, como por confirmar, a sus ojos, que su hijo es una "mujercita" y un “hijo de su Mama”. Incluso hoy en día, en sus años escolares, los niños homosexuales enfrentan el rechazo de sus compañeros varones, especialmente si son percibidos como femeninos. En la adolescencia, los chicos gays están conscientes de su atracción sexual hacia otros hombres, y a menudo tienen experiencias de humillación y desesperanza por el amor no correspondido de chicos heterosexuales que no pueden corresponder sus sentimientos, y que responden a ellos con desprecio. Nadie debe sorprenderse entonces que, como adultos, muchos hombres homosexuales responden a sus heridas enclaustrándose, convirtiéndose cínicos acerca de la posibilidad o incluso el valor de tener asociaciones amorosas con otros hombres.

A veces, entonces, el primer paso en la búsqueda de una relación de amor es admitir a nosotros mismos que la queremos. Una vez que estamos finalmente lo suficientemente independientes como para vivir abiertamente la vida gay, muchos de nosotros, como es natural, queremos olvidarnos de los traumas del pasado. Pero lo que dice Santayana, de la Historia, también aplica al pasado personal: aquellos que no la recuerdan, están condenados a repetirla. Como adultos, nos congregamos generalmente en zonas urbanas, buscándonos los unos a los otros para el apoyo y la comunidad. Pero traemos nuestras heridas con nosotros. Nuestra tarea difícil es crear comunidades de gente desconocidas. ¿Es de extrañar que no lo hagamos perfectamente? ¿Es un misterio el por qué tantos hombres gays encuentran la "comunidad gay" fría, poco solidaria, y profundamente decepcionante? Hombres gay que añoran una relación amorosa, pero tienen dificultades para formar lazos estables con otros hombres, podrían beneficiarse reflexionando sobre las conexiones entre sus pasadas y presentes experiencias con los hombres.

Una forma de comenzar a hacerlo podría ser leyendo el nuevo y excelente libro de Richard Isay, Compromiso y Curación: Hombres gay y la necesidad de amor romántico. Isay es un psiquiatra, practicante en Nueva York, que ha dedicado su carrera a ayudar a los hombres homosexuales a superar sus obstáculos para amar. Él cree fervientemente que asociaciones sexuales fuertes son vitales para nuestro bienestar. Para él "El amor de otra persona en una relación sexual íntima y solidaria, sostenida durante muchos años, es la cura para el amor propio empobrecido de los hombres homosexuales que resultaron heridos en la infancia por el rechazo de los padres, o la indiferencia a sus necesidades específicas, y más tarde traumatizados por el rechazo de sus compañeros y de una cultura que degrada sus pasiones.” Su mensaje optimista es, últimamente, que esta generación de hombres gay tiene el poder de sanar nuestras heridas y satisfacer esta necesidad esencial.

Traducido del inglés al español por Oliverio Funes Leal.


Tom Moon, MFT
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